Desarrollo personal
5 RAZONES POR LAS QUE ME HICE VEGANA
Como sabéis muchos, he comenzado mi vuelta al mundo en San Diego. He venido como wwoffer (la semana que viene te cuento como lo he conseguido) a trabajar en un proyecto muy alineado con mi filosofía personal, mis hobbies, mis aspiraciones y mi estilo de vida; dedico mis horas laborales del día a crear y preparar comidas que se definen como veganas y/o crudiveganas gourmet.
NOTA IMPORTANTE: este post es para ti si tienes curiosidad en ver cómo comen y viven otras personas más allá de tu comunidad, si te preocupa tu salud, el planeta en el que vives, tu futuro -personal y el de la sociedad- y si tienes ganas de conocer, y quizá experimentar, algo nuevo. Si no estás en este grupo vuelve la próxima semana que volveré con otro tema 😉
Empezamos por lo básico.
¿Qué es el veganismo y qué come exactamente un vegano?
Yo empezaré diciendo que no es ni por asomo lo aburrido que piensas que es ser vegano (si nunca antes has tenido contacto con veganos de verdad o has ido a un restaurante vegano). Lo único que los veganos NO comen es cualquier producto de procedencia animal. Ajá, eso es, carne y pescado, pero tampoco sus derivados: cualquier producto lácteo: leche, yogur, queso… mantequillas, huevos… y los más estrictos tampoco miel.
El resto de los productos que encontramos en la Tierra, que son muchísimos, se los comen todos. Esto es: verduras, hortalizas, frutas, todo tipo de legumbres, semillas, cereales, algas, leches de procedencia no animal (soja, arroz, avena, anacardo, coco…) Cuando convives con veganos te das cuenta de la infinidad de opciones que existen y de lo limitada que estaba nuestra visión sobre ingredientes para agregar a nuestros platos.
Hay que añadir que el vegano de verdad, no solo se preocupa de su alimentación, sino también de sus hábitos de consumo y por ejemplo, no usa ropa de procedencia animal (zapatos y prendas de piel), intenta comer local para evitar la huella de carbono y cuida el medio ambiente.
¿Y un crudivegano?
Hasta donde llega mi investigación los crudiveganos sí encuentran más problemas a la hora de mantener sus niveles de salud en el estándar saludable. Y además, muchos acaban dejando este estilo de alimentación por considerarla un aburrimiento. Lo que sí hacemos muchos es integrar la dieta crudivegana en la vegana. Por ejemplo, aquí en California el 85% de mi dieta es crudivegana y el resto vegana (desayuno granola deshidratada con fruta deshidratada y fruta normal, media mañana un zumo, como vegano y ceno otra vez crudivegano).
No recuerdo el día exacto en el que dije ¡ya no más, no vuelvo a probar la carne, me voy a hacer vegana! En verdad, porque no existió ese día, todo fue algo progresivo.
Creo que fue en tercero de carrera cuando empecé a leer y a interesarme por cómo vivían y trataban a la inmensidad de pollos y gallinas que sirven para alimentarnos a diario. Recuerdo que me preocupaba sobre todo la cantidad de hormonas (ya que aquello de hormonas a mí me sonaba fatal) que les metían para hacerlos crecer muy rápido para alimentarnos más rápido todavía.
Preocupada por aquello de las hormonas y después de leer y hacer mi investigación personal sobre el tema, dejé de comer pollo y sucedáneos (barra de fiambre de pollo -¡vaya nombre!-, barra de pavo, jamón cocido…). Me dije que solo lo comería cuando conociera la procedencia y fuera consciente de las condiciones en la que habían alimentado al animal que me disponía a devorar.
En el año 2009 me mudé a Virginia. EEUU es bien conocido por su propuesta gastronómica ABUNDANTE, rica en carnes, hormonas y fast food. Yo seguía comiendo carne aunque seguía preocupándome la procedencia de la misma. Al comer fuera elegía, sin pensarlo mucho, casi siempre pescado, nunca compraba carne y seguía sin probar el pollo. Fue en EEUU cuando empecé a conocer que al parecer había una industria muy grande y poderosa explotando el planeta de manera fea y bastante artificialmente para poder proveernos a todos los humanos de nuestros deseos carnívoros. Además, ¡también afectaba todo eso al planeta!
¿Era sostenible que para producir 1 kg de carne de vacuno se emplearan 100.000 litros de agua? Sin contar la huella de carbono, el maltrato animal o la sostenibilidad de los pequeños negocios. ¿Todo para cubrir mis deseos?
Me mudé a Berlín y aquí ya sí solo accedía comer carne (una vez a la semana como mucho) que fuera ecológica (o bio como dicen los teutones), y añadía el sobre de jamón que llegaba de Extremadura de vez en cuando.
De Berlín me mudé a LA y aquí empezó mi radicalización. Me interesé cada vez más por toda la industria alimentaria que da de comer a este país. Me hice del club vegano de la universidad en la que trabajaba y empecé a leer e investigar más y más sobre alternativas de alimentación. Resultaba que no solo había que pensar en el filete que nos ponían delante, sino cómo había llegado ese filete a nuestro plato. ¿Dónde y cómo había crecido ese filete? ¿De dónde sale el paté? ¿y el chopped? ¿qué era todo aquello?
No sé cómo llegó el libro Eat to live a mis manos. My God, resultaba que había muchas personas, entre ellas deportistas olímpicos, ironmen, etc. que no comían nada que viniera del mundo animal y estaban sanísimos. Fue entonces cuando movida por la curiosidad, y por el sentido de la responsabilidad con mi medio que decidí hacerme vegana. Al menos probarlo.
¡Qué mundo descubrí! Empecé a comer un montón, a descubrir nuevos sabores y alimentos. Me sentía ligera, mi dieta era rica en fibra, hacía muchísimo deporte, practicaba yoga y me sentía lo menos tóxica que me he sentido nunca.
Seguí investigando. Encontraba cada vez más alternativas, leía sobre personas que llevaban este tipo de vida y eran felices y muy sanos.
Me era fácil. Socialmente la vida en LA no es como la vida en Madrid. Salir por ahí implicaba sentarte a comer o cenar, momento en el que siempre siempre había opción vegana, no eras la perro verde de tus amigos (nunca mejor dicho lo de verde) y era socialmente cómodo.
Ser vegana era fácil y además me estaba ayudando a descubrir todo un mundo nuevo de posibilidades culinarias y alimenticias.
En LA estaba tan convencida de mi veganismo que hice que uno de mis mejores amigos me acompañara en la aventura. Al menos por probar, concienciarse y ver cómo se sentía. Este tipo de experimentos es para personas aventureras, para gente que quiere probar cosas nuevas, personas que se preocupan por su salud y no se conforman con lo que les cuentan los demás; nos caracterizamos por no aceptar de antemano las realidades preestablecidas. Es un poco para los que leemos las etiquetas de los alimentos, para los que nos leemos la letra pequeña y nos interesa saber quién es el dueño de Walmart.
A continuación mis argumentos
5 RAZONES POR LAS QUE ME HICE VEGANA (y la que me hizo dejar de serlo)
1. LA ALIMENTACIÓN DE HOY NADA TIENE QUE VER CON LA DE HACE 50 AÑOS
Personalmente me encuentro muy fuerte. He corrido varias medias maratones ya, la primera de ellas cuando era estrictamente vegana (y casualmente en la que tengo mi mejor tiempo). También nado bastante, hago yoga, voy al gym y soy muy activa.
3. EL CAMBIO CLIMÁTICO ESTÁ PRODUCIDO PRINCIPALMENTE POR LA INDUSTRIA ALIMENTARIA
4. EL SUFRIMIENTO ANIMAL NO MOLA
5. CONCIENCIACIÓN Y RESPONSABILIDAD
¡Es tu elección!
Como elección personal yo he decidido responsabilizarme sobre todo con mi nutrición y con el impacto que esta tiene en mi medio. ¿Y tú?
Sea lo que sea que quieras cambiar en tu vida, no lo hagas sin estudiarlo y valorarlo antes. Infórmate, consulta, déjate inspirar por cómo lo hacen otros; pregunta, y corrobora. Después evalúa qué tal te sienta a ti el cambio y actúa en consecuencia.
BONUS
Uno de los últimos que he leído ha sido Eating Animals el autor alega cientos de razones por las que dejar de comer carne. Es entretenido.
Aunque no toca directamente el tema del veganismo os dejo aquí un extracto de la película Samsara (altamente recomendable):
Volví a España, profundamente convencida de que seguiría vegana. Y así lo hice. Vegana 100×100. Pero después de un tiempo, socialmente empezó a ser un rollo.
-¡Ah! ¿Qué no comes carne? ¿tampoco pescado? perdón, ve- qué?
Se convirtió en un martirio. Y como socialmente tengo una vida, podemos decir que, bastante activa, abandoné poco a poco mi veganismo para ser vegetariana. Eso sí. En casa seguí y sigo siendo y consumiendo veganamente. Con 3 excepciones:
1) Compro huevos de mis vecinas. No me duele comerme los huevos de las gallinas bonitas y preciosas que crecen en los campos de las traseras de la Fontanilla.
2) Consumía miel a diario. Producida en las encinas de Fregenal. Y éticamente.
3) Queso. Ups. Me pierde el queso. Eso sí. 98% de las veces como el que se ha producido en mi pueblo, región y sé cómo han crecido las vacas, ovejas y cabras de donde viene.
Y a tú, ¿te has planteado alguna vez tus hábitos alimenticios? ¿sabes lo que comes a diario? ¿cómo te suena todo esto del veganismo? ¿lo conocías? ¿te atreverías a probarlo? ¿conoces a veganos y sus dietas? ¿te sería muy difícil abandonar el consumo de carne? ¿eres consciente del impacto de tu alimentación en el planeta? ¿te responsabilizas con ello?
Juan Carlos
Agradezco tu aliento y esfuerzo por querer hacerme comprender las virtudes de esta forma de alimentarse. Por ahora lo que siento es curiosidad y voy a leer al respecto, tanto lo que tu publicas como aquello que pueda obtener por otros medios. Por ahora vamos a situarnos en el punto de partida e intentaremos dar un pasito, pero no será fácil.
Bea
Yo agradezco enormemente tus palabras y me alegra mucho que al menos dediques unos minutos a reflexionar todo esto 🙂 Creo que ese es el camino. Empezar con la curiosidad y la concienciación. Abrazos veganos!
Ricardo
Beatrice, muy interesante. Dos preguntas que me surgen: ¿Por qué es más consciente comer vegetales transgénicos que huevos, miel, quesos como los que dices consumir o incluso pollos y otros animales criados biológicamente? Y la segunda: ¿Por qué la naturaleza, que expresa también la consciencia, ha hecho a los animales superiores carnívoros e incluso al ser humano omnívoro? ¿No forma parte de la evolución natural de las cosas? Al margen de los últimos 50 años de hiperindustrialización intensiva de la ganadería, pesca… y agricultura.
Bea
Richard, gracias por tus reflexiones; me alegra saber que te pasas por aquí de vez en cuando 😉
Intento darte respuesta humilde y personalmente a tus dos preguntas.
1. Con concienciación me refiero a la responsabilidad de conocer lo que nos llevamos a la boca (y los procesos que lo acompañan). La inmensa mayoría no se plantea de donde viene el pollo de los nuggets, la hamburguesa del McDonalds o las monodosis de miel con millones de azúcares añadidos. Lo que intento con este post es invitar a la reflexión, y desde ahí a la concienciación y responsabilidad de nuestras acciones. Partiendo desde aquí, que cada uno elija que es más responsable y consciente.
2. Esta pregunta es más personal y deep 😉 Y me temo que la respuesta es personal y deep y no cabe en un comentario al post. Yo al final, además de todos los argumentos que expongo en el post, el que me hace no comer carne es otro que conecta más profundo con mi ser, mi naturaleza y me conexión con la evolución natural que tú mencionas. Creo que aquí me falta el fundamento científico 😉
Gracias y abrazos!
Cristy
Hola! De nada! Gracias a ti por dedicar un tiempo al veganismo. Mi razón por la que me hice vegana es por los animales. Pienso que por ética no es justo formar parte de su sufrimiento. Anteponer nuestro placer a la vida de un animal que siente tanto dolor como alegría y necesita tanto como nosotros vivir en paz y armonía. Si no hay razón por la que me comería a mi perro, por qué sí a un cerdo o un ternero? Qué diferencia hay? Además, está más que comprobado con inmensidad de estudios, que una dieta vegana es mucho más saludable que omnívora y vegetariana. Y por supuesto, como tú bien dices, reducimos el impacto al ecosistema que gran falta le hace. Así que todo ventajas. Ni que decir que me siento mucho más feliz y mejor conmigo misma porque sé que nadie está muriendo por mí. Además, me siento mucho más enérgica y con ganas de seguir mostrando al mundo la realidad. Difiero en algo contigo y es que dices que en Madrid te resultó muy difícil ser vegana; yo me hice vegana en un pueblo muy pequeño de Extremadura, allí sí q no hay opción a nada en los bares, salvo patatas fritas y ninguna tienda especializada, ni siquiera ecológica o dietética. Pero aún así, no me resultó difícil, yo adapté los platos y cuando salía comía patatas fritas, no me importaba demasiado. El problema es de ellos que no incluyen más opciones. No soy yo la que tiene q cambiar. Hace 4 meses que vivo en Madrid y esto es el paraíso. Hay infinidad de bares y restaurantes veganos de todo tipo, tiendas especializadas, eventos y grupos de gente vegana con la que he tenido la suerte de entablar amistad. Como te decía, me alegro mucho de que hayas vuelto a serlo porque creo que es la opción que todos deberíamos seguir. Infinitas ventajas, 0 inconvenientes 😉
Bea
Cristy!
Muchas gracias por tu comentario y por compartir con todos tus motivos 🙂
Estoy totalmente de acuerdo con tu motivo principal. Yo tampoco antepongo mi placer al sufrimiento animal, porque como tú dices, por qué no nos comemos a los perros?
En cuanto a mis dificultades en Madrid, me refería a las sociales. Vivía a tope en Madrid, y era un rollo (socialmente) estar pensando tanto en lo que me llevaba a la boca porque al final terminaba por no disfrutar el momento. Soy súper deportista -y exigente en cuanto a calidad y variedad en mi dieta- y nunca me ha ido mucho lo de comer solo patatas fritas 😉
Pero es verdad que Madrid nos da muchas opciones. Rayén Vegano, en el Barrio de las letras, es mi restaurante vegano favorito de la capi, lo conoces?
Abrazo y gracias otra vez!
Ricardo
Aplaudo hasta con las orejas. No puedo estar más de acuerdo. Pero es complicado y tú lo dices, es una complicación social importante en nuestro entorno patrio. Y por otro lado está la tentación. El sabor del jamón o del chorizo mola. Pero efectivamente hay que tomar conciencia del sufrimiento animal que ello implica y por otra parte que para nuestra salud le viene mejor esta propuesta, lógicamente con cuidado. Pues se puede producir alguna carencia. Pero merece la pena intentarlo. Enhorabuena!!!!
Bea
Gracias 🙂
Totalmente de acuerdo con todas tus palabras.
La liberación del placer nos hará más grandes, ya lo sabes 😉
HuG!
Nuria
Vegana cuando me da la gana… Así has tenido que escuchar una y mil veces este comentario de tu mejor amiga, de tu familia, tus amigos, etc. Y ésta vez no sé si por lo que te echo tanto de menos o porque realmente te lo mereces, doy fe que tal y como lo dices en este blog, es cierto…Fuiste vegana en California y después, vegetariana siendo fiel a tus ideales que cada día son más ricos en el saber y proceder de todo este campo.
La vida social en Madrid hizo dificultarte las cosas. En las comidas, cenas, eventos, actos, …tu marcada línea de lo vegano, vegetariano hacía que fueras la «rarita» pero como siempre tienes que dar tu toque especial 😉 que te hace diferente. A pesar de todo esto, bendita Madrid! eh?
Ahora otra cosa mariposa, otra aventura y otra prueba llena de nuevos sabores…crudi que??? Tienes que volver pronto para probar todas esas recetas tan especiales que como siempre he de probar, soy tu examen! no lo olvides….
Yo no soy vegana, tampoco vegetariana pero Bea me ha dado a conocer un interés especial por una buena alimentación. Estoy muy aferrada a mi pueblo, nuestro pueblo y soy consciente de la riqueza que tenemos pero en mi caso tanto animal como vegetal y esto es una herencia que hay que conservar y hacerla cada día más gourmet, más allá que puede considerarse este calificativo en una ciudad.